#ElPerúQueQueremos

PARA IR AL BANCO

Publicado: 2010-03-21

IR AL BAÑO, IR AL BANCO

“Crédito” y “fiduciario” son palabras que provienen de la fe.

¿Porqué los bancos nunca tienen baños? cualquier establecimiento, desde la más especializada institución pública o privada, hasta la más modesta chichería tiene aunque sea una destartalada letrina para que sus clientes desfoguen sus urgencias.

Podríamos ensayar dos hipótesis para esta pregunta: el movimiento financiero requiere de eficiencia y rapidez, de modo que nadie debería permanecer el tiempo necesario como para experimentar necesidades caquísticas ni incomodar a los demás usuarios con sus miasmas; sin embargo el promedio de tiempo que un usuario “invierte” en hacer un movimiento bancario debe ser de unos 25 minutos, dependiendo de la hora y del banco.

En síntesis, aquí se viene a dejar dinero, no excrecencias humanas de ninguna especie. Los esposos Layqohuanaco, el Sr. Chu y la Sra. Amasifuen son apreciados clientes en la medida de su línea de crédito; pero que nadie pretenda infestar las inmaculadas oficinas con sus fermentos vitales.

Y sin embargo, con tan sólo una mínima parte de las millonarias sumas que gastan en publicidad para maquillarse una imagen corporativa de amistad, amabilidad, modernidad y hasta generosidad; habrían podido instalar aunque sea una ventanilla más para los sufridos orinantes. Podrían al menos repartir algunos lamas budistas para enseñar a sus clientes, el milenario arte de orinar hacia adentro, técnicas de orinoterapia, etc…

Desde los Flugger y Médicis, hasta los Seminario y Brescia, los banqueros han sido siempre una raza aparte, invariablemente cercanos al poder político; sean éstos reyes, dictadores o presidentes. No tienen nacionalidad ni bandera; pueden financiar con la misma impecable sonrisa, un orfanato en la Amazonía o un genocidio en Zimbabwe. Son tan humanos como sus edificios después de la medianoche. ¿Cuál es el sector más desolado de cualquier ciudad, después de las horas de oficina?

Por eso la segunda hipótesis es más cierta y terrible, para los bancos sólo somos eso: un número de cuenta, un código de cliente al que hay que guardarle su dinero e inventarle miles de triquiñuelas para arañarle todo el dinero que se pueda, sólo somos un insignificante ticket de atención al público, un vöucher, una clave bancaria; cualquier cosa menos un ser humano de carne y hueso que necesita acudir al baño – a veces desesperadamente - unas cuatro veces al día.


Escrito por


Publicado en

blacponcho

Just another Lamula.pe weblog